EL SOL NO ES DE NADIE

La semana pasada, ordenando papeles, encontré una fotografía de finales del siglo pasado. Aparezco en ella con unos rizitos que le encantaban a mi abuela, y visto una camisa roja que posteriormente me copió Hugo Chavez para sus encendidas comparencias bolivarianas. Si borrara mi figura, la composición parece una postal bucólica y pastoril. Es un paisaje de montañas verdes con casitas de madera al borde de un lago, que se reflejan con nitidez en la lámina de agua cristalina. Cuando estuve allí, recuerdo que daban ganas de acercar los labios y sorber directamente aquel líquido perfecto. La idea no era muy original. Años más tarde, el camarero de un hotel boutique del centro de Palma me trajo la cuenta de una cena y casi me desmayo. Mientras el maitre corría a por el frasco de sales, yo me percaté que me querían cobrar ocho euros por algo menos de un litro de agua mineral. Aún con lágrimas en los ojos y la tarjeta de crédito temblando, observé la botella: un cilindro perfecto, coronado por un gran tapón plateado, y la marca en letras enormes: VOSS. Y entonces me acordé del lago glaciar, y de las casitas, y de las verdes montañas y las cascadas que jalonaban aquel valle del mismo nombre en Noruega. En realidad, el agua comercializada desde 2001 no procede del mismo lago, sino de unos manantiales y acuíferos cercanos de pureza casi divina. La elevada fiscalidad que soporta esta empresa contribuye a la sostenibilidad de aquel paraíso natural, y también al mantenimiento de unos servicios públicos de calidad en el resto del país.

Ahora unos empresarios locales quieren comercializar las aguas de varios lagos de la Patagonia chilena. El mercado potencial no son los restaurantes sofisticados de medio mundo, sino Catar, donde el litro de agua mineral puede ser más más caro que el de gasolina. Todo apunta a que el problema no será de precio, porque los jeques de la zona han renovado recientemente la flota de vehículos policiales con deportivos de la marca Lamborghini. Los delincuentes no escaparán en aquellas autopistas fantasmales por falta de velocidad punta en los coches patrulla. La polémica por esta posible comercialización masiva de un bien público ha estallado en Chile, un país que acumula grandiosas reservas de agua en sus Campos de Hielo Sur, y en cuyo norte se ubica uno de los desiertos más duros y fascinantes del mundo, el de Atacama. No hace mucho se denunció el robo de cinco toneladas de hielo del glaciar Jorge Montt para su uso en locales nocturnos de la zona enfriando cubatas, pero esto parece un problema de otra dimensión. La pregunta es por qué el gobierno de un país desarrollado con ingentes excedentes hídricos no ha podido resolver la sequía permanente de sus regiones septentrionales. La respuesta es obvia: por una cuestión económica. Me gustaría conocer la opinión de los ciudadanos chilenos si la exportación de sus reservas de agua, con los debidos controles ambientales, les garantizara, a través de unos impuestos especiales para esa operación, la solución a sus desequilibrios de abastecimiento.

La semana pasada viajé con esa foto a una reunión familiar. Salí de mi casa a 24 grados, y a menos de dos horas de vuelo el tiempo atmosférico era cambiante: oscilaba entre chubascos torrenciales que se repetían cada media hora, y un viento frío que te cortaba la cara. A partir de la tercera pinta de cerveza reflexionaba sobre un sistema para poder comercializar en la terraza del pub una hora de sol con olor a brisa mediterránea. Me iba a forrar, pero no encontré la fórmula. Y eso que Zapatero ya dijo en un discurso que el viento no es de nadie. Y el sol tampoco, añado yo. Ahora su partido en Mallorca denuncia la privatización de las playas por parte del PP, gracias a la nueva Ley de Costas. Así de simple, sin entrar en demasiados matices, para que la gente lo entienda rápido y se entere que el PP le va a a recortar hasta los baños gratuitos de sol y agua marina los domingos. Lo hacía mientras en Es Trenc se acumulaba la mierda por estar bloqueado judicialmente el concurso para la explotación de servicios en la playa. Las encuestas sitúan al gobierno en Guatemala, y a la oposición en Guatepeor. Por eso no acabo de entender la insistencia de los socialistas en un discurso vociferante de piercing y 15M, que suena mucho más creíble megáfono en mano a la puerta del domicilio de un ministro, por ejemplo.

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