Calificar el aeropuerto de Palma de Mallorca como tercermundista es un piropo que no se merece. Es algo peor, y no exagero. Uno ha dado varios tumbos por esos mundos de dios, y si algo hemos aprendido es a comprender las circunstancias del país en el que te encuentras. En un pequeño aeródromo del interior de la India, se acepta con normalidad que los horarios de salida de los vuelos son estimativos. A nadie se le ocurre montar un cirio porque un avión despegue con varias horas de retraso. Sabes que no estás en Ginebra, y las operaciones aéreas están sometidas a contingencias difíciles de asumir desde el punto de vista europeo, como una lluvia fina o la boda de la sobrina de un piloto. En Harare, la capital de Zimbabue, te enteras que comienza el embarque porque una señora pega un berrido, el pasaje se levanta y comienza a caminar hacia la pista. Nadie mira a las pantallas de información, porque no hay o porque no funcionan. El aeropuerto de Son Sant Joan es infinitamente más peligroso para el usuario que el de Harare, donde uno está alerta porque no deposita demasiadas expectativas en una tecnología básica.
El aeropuerto de Palma se ha ido convirtiendo progresivamente en un lugar inhóspito, antipático, y a menudo repugnante. La semana pasada me cacheó de arriba a abajo un joven empleado de seguridad, guapo y con los brazos completamente tatuados, sin guantes. Una fiesta para los sentidos. Pero no seamos quisquillosos. Tampoco repararemos aquí en todo ese mármol roto, baldosas que comenzaron a partirse al día siguiente de su fastuosa inauguración. Ni haremos caso a esos miles de chicles negros incrustados en el suelo, intactos como restos fósiles para vergüenza del servicio de limpieza contratado por AENA. Obviaremos también sus baños chapoteantes, sin jabón ni papel higiénico. Dejaremos de lado esa vaharada asquerosa de tabaco, el primer olor de Mallorca, que te golpea nada más poner un pie fuera de la terminal de llegadas. Pasaremos por alto ese calor sucio y pegajoso que te acompaña en algunas zonas del aeropuerto. Sus responsables son tan honestos que tienen el detalle de colocar paneles para informar a los recién llegados que están esperando sus maletas en un espacio interior a 29 grados, con un porcentaje de humedad tropical. Lo peor no es el calor, lo realmente duro es que se rían de ti. Porque aquí acaba el ejercicio de transparencia.
Las pantallas de información de Son Sant Joan fallan estrepitosamente, y nadie se responsabiliza. Sus directivos de operaciones lo saben, reciben quejas a diario de las compañías y de los pasajeros, pero el sistema de respuesta a esas reclamaciones es un gigantesco fraude, un estafa a gran escala cuyo único objetivo es pasar la pelota a los operadores aéreos. Estos actúan como un frontón, y golpean de rebote en la cara a los pasajeros. ¿A todos? No, a todos no. Si usted asume su condición de borrego, su naturaleza lanar para que lo pastoreen como a un cordero, puede que se salve. En la mayoría de aeropuertos españoles, y en casi todos los internacionales, han desaparecido, afortunadamente, los avisos por megafonía para el embarque. Esa misma megafonía lo advierte, y previene a los pasajeros para que estén atentos a las pantallas de información. Pero entonces se anuncia en ellas el retraso de un vuelo durante más de una hora, y lo siguiente que sucede es que el vuelo desaparece de la pantalla porque ya ha despegado. Si los sistemas de información del aeropuerto no son capaces de ofrecer un contenido mínimamente veraz y fiable, los responsables del aeropuerto pueden obligar a los pasajeros a esperar durante horas frente a la puerta de embarque. De acuerdo, pero entonces deben retirar las pantallas, cerrar las tiendas y restaurantes y clausurar las salas VIP. Esto no puede ocurrir en Africa, porque estás prevenido. Por eso Son Sant Joan no alcanza la categoría de aeropuerto africano, ni siquiera por el calor.
El sistema está ideado y dirigido por sinvergüenzas, es decir, personas que no tienen vergüenza. Sólo eso explica que una pobre chica detrás de un mostrador de atención al cliente te diga que no te puede dar ninguna solución porque ella no es de AENA, con su cabeza situada justo debajo de un enorme rótulo que reza AENA. Una cosa es la subcontratación de personal, y otra muy distinta mofarte en la cara de quienes pagan unas tasas aeroportuarias cada vez que compran un billete. Pero seamos justos. Todo este abuso no sería posible sin la inestimable colaboración de las compañías aéreas, o al menos de algunas. En esta página le hemos dado duro a Ryanair, y a su pirata fundador, un listillo al que sólo le ha faltado contratar pilotos como él, con un parche en el ojo, y pagarles la mitad por su discapacidad visual. Pero debemos reconocer que la compañía irlandesa ya cuenta con alumnos aventajados. Vueling hace años transmitía una imagen de empresa joven, honesta y con una excelente relación calidad-precio. Hoy se ha convertido en una aerolínea más de trileros, tramposos que no responden ante sus clientes ni siquiera admitiendo que tienen razón en su reclamación. Cobrando a menudo tarifas de emirato árabe, sus directivos han cambiado el concepto low cost por el de low service, avergonzando con sus artimañas a sus propios empleados de ventas y atención al cliente en el aeropuerto de Palma, que terminan por reconocer que ellos tampoco son trabajadores de Vueling, sino subcontratados externos. AENA y Vueling son dos representantes de ese mundo oscuro, marrullero y ventajista que en gran medida continúa siendo el transporte aéreo.
Como casi siempre «me gusta»… aunque yo haría un matiz: lo que ocurre en Palma de Mallorca y su aeropuerto puede ocurrir en cualquier parte del mundo. No hace falta que recuerde las pésimas condiciones de aeropuertos -y ciudades- tan conocidos como Orly (Paris), Fiumicino (Roma) o Heatrow (Londres).
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Hola Carlos, estoy de acuerdo en parte con tu comentario. Es cierto que hay otros aeropuertos insufribles, pero no todos lo son, y no me refiero sólo a los pequeños. Sin ir más lejos, por ejemplo El Prat funciona bastante mejor y es un espacio mucho más amable para el usuario. En el extranjero te podría citar más casos. Un abrazo
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Lo suscribo todo! Cuánta impotencia!!! Gracias por hacer de altavoz, Valiente! :*))
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