CUIDADO CON EL HACHA

Ustedes se reirán, pero cortar troncos con un hacha requiere algo más que fuerza bruta. El aizkolari encabeza un pequeño equipo que le ayuda a ser más eficiente en el tajo. Para empezar, utiliza varias hachas según el grosor y la dureza de la madera. Las va cambiando con la ayuda de un botillero, que también le proporciona líquidos y toallas para secarse el sudor, porque es peligroso que semejante herramienta resbale de las manos en plena faena. Además, otra persona va marcando el ritmo de los golpes para evitar que el cortador se agote antes de tiempo, le separa las astillas con un palo para que la hendidura sea más limpia y, lo más importante, le señala el lugar idóneo en el tronco para asestar el siguiente golpe. Es la figura del enseñador, y este parece ser el papel que mejor se ajusta al perfil de José Luis Ábalos

Aunque cada mañana el sumario nos brinde otro sobresalto, el “caso Koldo” presenta pocas novedades frente a otros escándalos de corrupción. Quizá en esta ocasión se pueda destacar la bajeza moral de quienes se aprovecharon de la desesperación colectiva en los momentos más crueles de la pandemia, con aquellos tutoriales para fabricarse una mascarilla de tela en casa y nuestros sanitarios trabajando envueltos en bolsas de basura. Seamos honestos, en aquellas circunstancias unos golfos sin escrúpulos se la podían haber colado también a cualquier presidente autonómico del PP.  

Sucede que en 2020 la mayoría de comunidades autónomas estaban en manos socialistas, y también el gobierno de España. Esta doble realidad permitió que en ese momento los sinvergüenzas brotaran de las cañerías del PSOE, o acamparan en las proximidades de Ferraz. ¿Podría haber ocurrido un caso de tanta gravedad pero a la inversa con el PP copando la mayoría del poder territorial? Quizá sí, pero es una hipótesis. Lo cierto es que la mano derecha del ministro socialista que más presupuesto manejaba, que además era el secretario de organización del PSOE, se forró durante las semanas en que los muertos por COVID se almacenaban en una pista de hielo porque no cabían en las morgues de las funerarias. 

Este hecho debería ser razón suficiente para abandonar de una santa vez el discurso de la superioridad moral de la izquierda. Es un sermón cansino porque se basa en un truco demasiado grosero: mientras a la derecha se le juzga por sus resultados a la izquierda sólo se le juzga por sus intenciones. Pues bien, las intenciones de un socialista de la confianza de Santos Cerdán, Ábalos y Sánchez quedan claras no tanto en sus conversaciones telefónicas como en sus extractos bancarios, sus escrituras de propiedad y sus billetes de 500 euros. 

Koldo podía haber militado en el PP, en Junts o en el PNV, pero militaba en el PSOE, qué le vamos a hacer. A partir de esta desgracia resulta asombrosa la fe ciega de algunos periodistas en la causa sanchista. Hay que “querer creer” a costa del sentido común para situar a dos tipos como Koldo y Ábalos en el papel de agentes dobles, que por la mañana mandan en Ferraz y por la tarde en Génova. 

Siendo coherentes, esa capacidad de influencia en el PP para favorecer a los corruptos del PSOE se la podríamos atribuir a un renegado como García Page, un tipo en el “extrarradio” de su partido que no sabe bien “qué camiseta lleva” cuando critica los pactos con un golpista prófugo. O a traidores como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo y otros tantos dinosaurios que no se adaptan a los nuevos tiempos, incapaces de entender las virtudes del líder supremo. 

Pero un Ábalos ya cesado como ministro y número tres del PSOE ha seguido arreando estopa sin piedad a la derecha desde el programa de Risto Mejide en Cuatro TV, respaldando como un buen soldado la estrategia de pactos de Sánchez con los partidos más radicales, desmontando con sus intervenciones cualquier posibilidad de construir un amplio espacio de moderación en la política española que vacíe de poder a los extremos. Pues bien, el asesor más cercano a este tipo es el que dice por teléfono que va a arreglar los problemillas en Baleares reuniéndose con Miguel Tellado y un tal Alberto

Es un error el discurso tan bragado de Negueruela exigiendo la dimisión de Prohens, como si fuera ella la que compró las mascarillas a sus compañeros de partido, la que las dejó en un almacén por inservibles y la que no movió un dedo en tres años para recuperar el dinero público que se pagó. La historia de “salvar vidas” se va al traste cuando un alto cargo del Ib-Salut certifica que “no hubo incidencias” en la contratación de un material que, como mínimo, no era el ofertado. 

Ya digo que los hachazos de Negueruela en defensa de su jefa Armengol son de una imprudencia peligrosa, como los de Koldo con las manos sudadas. Si Prohens debe dimitir porque finalmente el expediente administrativo ha caducado (aunque ello no impida una reclamación civil y/o penal), ¿qué debería hacer la tercera autoridad del Estado involucrada políticamente desde el inicio en esta estafa? Conociendo la facilidad de Sanchez para arrojar por la ventana a políticos inservibles para su causa, si yo fuera “la señora” estaría pensando… Iago, no me apoyes tanto que me hundes. 

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