DEL CUPO RECHAZADO AL RECHAZO DE LA CUP

Interpretar los silencios es tarea arriesgada. Detrás de un silencio existe mucho más espacio para elucubrar que detrás de las palabras, por ambiguas que éstas sean. Sucede que, en ocasiones, unas palabras fortuitas iluminan la oscuridad con tal potencia que todo el mundo se ve obligado a taparse los ojos para no quedar deslumbrado, o a mirar hacia otro lado para evitar un fogonazo de verdad. Hace dos semanas sucedió algo que ha pasado desapercibido en la mayoría de medios de comunicación, que no ha recibido contestación ni ha suscitado declaraciones políticas. También cabría analizar el porqué de esas nulas reacciones. Después de treinta años caminando de la mano, uno observaba con perplejidad el silencio sepulcral del PNV ante la denuncia a voces del expolio fiscal en Cataluña. Ese grito unánime de todo un pueblo reclamando justicia, y los nacionalistas vascos silbando despistados. Tantos Aberri Egunas sentados codo con codo en la sillas de plástico instaladas en las campas de Salburúa, tantos onces de septiembre sujetando la senyera con el paso acompasado por las calles de Barcelona, tantas votaciones juntos a piñón en el Congreso de los Diputados, y en la hora histórica de romper para siempre con el Estado expoliador… palabras tibias, frialdad cómplice ante el repetido apuñalamiento fiscal de Madrid en las carnes del César catalán: ¿Tu quoque, PNV?

La respuesta parecía simple: era una cuestión de insolidaridad. El País Vasco tiene bien resuelta su financiación a través del concierto económico, un sistema que le permite recaudar los principales impuestos y limita su aportación a las arcas estatales al pago por los servicios que recibe. Es el conocido como cupo vasco. Pero a algunos este argumento no nos encajaba del todo. El concierto económico vasco y navarro venía recibiendo críticas desde mucho antes que CIU se echara al monte del soberanismo. Las más preocupantes llegaban desde Bruselas, porque el sistema permitía una suerte de dumping fiscal inaceptable en la Unión Europea. Si el reproche se basaba en los privilegios otorgados a dos regiones, qué mejor manera de desmontar ese juicio que extender el sistema a otro territorio. Cataluña, por su historia, su tamaño, su peso en la economía de España y la presión del nacionalismo, era la candidata perfecta para incorporarse al sistema que ya funcionaba en el País Vasco y Navarra. Era la manera perfecta de resolver el problema de financiación del principado, y al mismo tiempo incrementar la legitimidad del concierto económico.

Pedro Luis Uriarte es un pata negra del nacionalismo vizcaíno. Un miembro de honor de un selecto grupo de personalidades que concentra desde hace más de tres décadas todo el poder político, económico, financiero, industrial, e incluso social -a través de sindicatos afines- en una de las comunidades más ricas y prósperas de España. Aunque Uriarte fue vicepresidente y consejero delegado del BBVA durante muchos años, su breve paso por la política fue mucho más trascendente en términos históricos. Como consejero de economía del Gobierno vasco, fue el encargado de negociar en 1980 el concierto económico. Es el “padre” de un acuerdo reconocido hoy como el auténtico pilar del autogobierno vasco. Con la cabeza aún lúcida y la libertad que otorga sobrepasar de largo los 70 sin tener ya que rendir cuentas ante nadie, ha dedicado los dos últimos años ha escribir un libro que disecciona con precisión quirúrgica los orígenes históricos, la evolución y las cifras de actual concierto económico vasco. Tres mil páginas son suficientes para demostrar que, te guste o no el planteamiento, el autor sabe bien qué habla. Presentó su magna obra en la Universidad de Deusto, en un salón abarrotado por más de 500 personas. Todo el gotha vasco reunido en pleno, con las primeras filas copadas por los principales dirigentes del PNV de hoy, de ayer, y seguramente también de mañana. Y allí fue donde Pedro Luis Uriarte, como un niño travieso, soltó un par de bombas fétidas que hicieron toser y tocarse la nariz a los asistentes, pero nada más.

Uriarte afirmo contundente que Cataluña rechazó al menos en dos ocasiones tener un mecanismo de financiación idéntico al vasco. La primera vez fue en 1980, y a él no se lo ha contado nadie porque fue testigo directo de la propuesta mientras negociaba como representante del Gobierno vasco. La segunda ocasión fue en el año 2000, y el representante catalán despreció la oferta porque el concierto “era una antigualla; los catalanes no querían correr el riesgo de que su gasto público dependiese de su recaudación de impuestos, y que se sentían mejor cubiertos mediante un acuerdo con el Estado. En resumen, que preferían utilizar su capacidad de influencia política para desarrollar una negociación por debajo de la mesa en vez de poner las cosas sobre ella”. Palabra de nacionalista vasco que ya no tiene que hacer paripés ridículos, ni guardar secretos políticos. Suena muy creíble, aunque escandaloso, sobre todo al comprobar quién era entonces el consejero de Economía y Hacienda de la Generalitat, un tal Artur Mas. Y a su vez explica el silencio atronador ante estas palabras del Partido Popular. En el año 2000 la Presidencia del Gobierno de España la ocupaba el Gran Maligno, esa fabricante a mansalva de independentistas catalanes, también conocido como José María Aznar. Y su Ministro de Hacienda, el que negociaba con Artur Mas, era un tal Cristóbal Montoro, que hoy insulta la dignidad de los catalanes por exigir que se paguen los medicamentos antes que los juguetes erótico-festivos de la Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium. Se comprende el silencio preelectoral del PP, y aún mejor se entiende la desfachatez de Artur Mas, sometido hoy a una humillación mucho más cruel por culpa del rechazo de la CUP que del cupo rechazado.

5 Comments

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  1. Margarita Quetglas Tortella 2 diciembre, 2015 — 12:06 pm

    Se puede decir más alto pero no más claro. Muy buena columna José Manuel!

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  2. Mas que interesante…como siempre!

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  3. Enrique Catillejos 2 diciembre, 2015 — 3:37 pm

    Muy bueno, algunos no estabamos al dia de todo esto pero,me gusto y ahora entiendo, ó no entiendo alguna clases de politicos,(Que quieren).Sigo sin entender.

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